Lucas Emanuel Sánchez, tiene 23 años y es oriundo de la ciudad de Presidencia Roque Sáenz Peña. Forma parte de los primeros médicos egresados de la universidad a lo que él joven sin dudarlo catalogó como un hecho de ‘privilegio’ y ‘honra’. A pesar de su corta edad hace un análisis sobre la importancia de aprender a ser buenas personas y a ir por los sueños aunque signifiquen días y noches de mucho sacrificio.
El flamante profesional de la salud comenta que este fue un logro inimaginable, que le demandó mucho esfuerzo y sacrificio. “Estuvo plagado de contratiempos, y la incertidumbre de empezar un proyecto desde cero, y con una metodología totalmente nueva (más que nueva, diría renovada)”, señaló.
Al respecto, se explayó diciendo: “en nuestra carrera desde sus inicios había personas que consideraban una oportunidad nunca soñada para aquellos que, por cuestiones socio-económicas no podían acceder a las universidades de renombre ubicadas en las grandes urbes. También estaban aquellos que tiraban comentarios negativos, comparando carreras de gran recorrido con un proyecto que recién empezaba, o aludiendo que los que lograran egresar (si es que la carrera no se daba de baja antes), iban a ser médicos mediocres, que no iban a conseguir trabajo, que el titulo no servía, y montones de otras cosas, que al principio nos hacía agarrar un poco de miedo con respecto de arriesgarse o no, pero luego ese miedo se fue apagando, hasta el punto en que estábamos tan seguros, y tan unidos que empezamos a pelear desde dentro por mantener sólida nuestra carrera. Cuando nos dimos cuenta de ciertas cosas, tales como la realidad comunitaria, y los perfiles de egreso, nos convencimos de que el proyecto tenía que seguir adelante, y que iba por buen rumbo”.
Sobre su recorrido por la carrera y las experiencias que más disfrutó, el joven médico de tan solo 23 años de edad, recuerda algunos “momentos de gran disfrute”. Entre los que menciona: “las clases al aire libre en un espacio verde de una pensión anexa a la facultad, conocida como La Ucraniana, debido a la falta de espacio físico en los inicios de la carrera, que más allá de ser triste, eran momentos divertidos y raros a la vez; la confianza y la buena predisposición de los profesores a la hora de enseñar y de explicar, o las charlas motivacionales por algunos de ellos; también recuerdo en nuestros momentos de práctica en terreno, cuando los sujetos de atención quedaban felices con nuestro trabajo, nuestra predisposición y nuestro respeto y trato hacia ellos. Y para finalizar, las veces que demostramos y dejamos bien parada a nuestra carrera en los congresos nacionales”.
Como todo proceso educativo también se encontró con dificultades que tuvo que enfrentar como por ejemplo el aplazo de exámenes finales, los momentos de estrés, el sentimiento de no llegar nunca con los temas, pero ante estos contratiempos no duda en rescatar la “recompensa” que significó culminar la carrera.
Lucas Sánchez deja un claro y emotivo mensaje a quienes deseen ingresar a medicina y a los alumnos que están cursando la carrera. Y expresa: “Esta es una profesión dura, estresante, sacrificada; noches de estudio sin dormir, y luego vienen las guardias, aprenderse los procedimientos, y luego llevarlos a la práctica, así como ver a un paciente recuperarse, y ver a muchos otros empeorar y morir (y a esto sumado que la comunicación a la familia tampoco es agradable). Se van a encontrar con profesores que los van a admirar y van a encontrar a otros un tanto incomodos de tratar, así también pasa con los colegas y los pacientes, pero lo importante es aprender, pero más allá de los conocimientos científicos, aprender a ser humano. Nunca dejen de soñar (pero también hagan algo para cumplir los sueños). Proyecten sus vidas, crezcan no solo como profesionales, sino como personas. Arriesguen, pero de manera sensata. Descansen cada tanto, que la fatiga no es buena consejera, pero no se bandeen tampoco. Sean solidarios con sus pares, no se saquen los ojos por querer sobresalir por encima del otro, compleméntense según sus habilidades. Y para finalizar, no dejen que nadie los tire abajo, ni siquiera ustedes mismos, mostrando perseverancia en todo, porque no gana el que nunca se cae, sino el que a pesar de caerse, nunca deja de levantarse, y no gana el que tiene la razón (aunque a veces no la tiene), sino el que queda de pie”.
Por último, el médico recientemente graduado comenta que su objetivo es empezar a adquirir experiencia profesional en cualquier lugar donde consiga una oportunidad de trabajar, “y cuando llegue el momento, me gustaría iniciar una residencia para perfeccionarme y nutrirme en conocimiento, en principio en especialidad básica y luego, dependiendo las circunstancias o lo que me despierte interés, continuar perfeccionándome”, finalizó.